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18-05-2010 |
Congreso de la izquierda alemana
Ingo Niebel
Die Linke entra en una nueva fase con dos nuevos presidentes
El buen resultado de los dos nuevos presidentes da por terminada la crisis interna que surgió en enero respecto a este modelo de dirección y al papel del entonces presidente Oskar Lafontaine.
Die Linke ha celebrado en Rostock su segundo congreso, marcado por el relevo en su Presidencia. Oskar Lafontaine y Lothar Bisky se retiran para dar paso a Gesine Lötzsch y Klaus Ernst, que obtuvieron un amplio respaldo de los delegados.
El partido socialista Die Linke (La Izquierda) eligió ayer una nueva cúpula en su segundo congreso, celebrado este fin de semana en la ciudad portuaria de Rostock. La formación, fundada en 2007, ha de decidir también sobre su futura estrategia y programa.
El congreso respaldó la decisión de la cúpula nacional de seguir con el sistema de la doble Presidencia, Vicepresidencia y Gerencia del partido. Los nuevos copresidentes son Gesine Lötzsch (93%) y Klaus Ernst (75%). Ambos son diputados del Parlamento alemán. Lötzsch representa al sector de Die Linke arraigado en el Este alemán con un pasado en la República Democrática Alemana (RDA). El germanooccidental Ernst tiene un largo historial de militante del Partido Socialdemócrata (SPD) y de dirigente del sindicato industrial metalúrgico, el IG Metall (IGM). «Tenemos que organizar y orientar estratégicamente a un partido que está creciendo dinámicamente», dijo Lötzsch sobre su futura tarea. Cinco millones de alemanes votaron a Die Linke en las elecciones generales de 2009.
El buen resultado de los dos nuevos presidentes da por terminada la crisis interna que surgió en enero respecto a este modelo de dirección y al papel del entonces presidente Oskar Lafontaine. Para salir del dilema el presidente del grupo parlamentario de Die Linke en el Parlamento alemán, Gregor Gysi, propuso que también la Gerencia fuese ejercida por dos personas, Caren Lay y Werner Dreibus. La Vicepresidencia debería recaer en cuatro personas: Katja Kipping y Halina Wawzyniak; Sahra Wagenknecht y Heinz Bierbaum. Las primeras dos representan al sector que se muestra más abierto a coaliciones con el SPD, mientras que los últimos dos siguen la «línea dura» de Lafontaine.
Con Dreibus, Ernst y Bierbaum, IGM, que es el número dos de los sindicatos alemanes con 2,4 millones de afiliados, cuenta con tres militantes en posiciones relevantes.
En un acto muy emotivo, respaldado por los 560 delegados, Gysi despidió a los dos copresidentes, Lothar Bisky y Lafontaine.
A Bisky se le notó cierto cansancio después de 16 años al frente del partido cuando leyó su texto de despedida. Sólo una vez se alejó del papel, cuando arremetió contra la desinformación nacionalista que reina en Alemania sobre la situación económica de Grecia.
«La empresa más corrupta que hay en Grecia se llama Siemens», exclamó Bisky, que seguirá siendo europarlamentario de Die Linke.
Diametralmente opuesto fue el discurso de Lafontaine. No se respiraba el más mínimo aire de despedida y el que fuera presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) brilló de nuevo con su retórica aguda, precisa e irónica. Cuando Lafontaine terminó después de 40 minutos, el congreso le despidió igual de emocionado que a Bisky, pero quedó la impresión de que aquí un jugador deja al partido en el primer tiempo, donde ha mostrado lo que vale, para volver más adelante, si Die Linke le necesita. Lafontaine se retira a su feudo, a su natal País de Sarre, pero no se va de la política aunque la prensa alemana diga lo contrario.
«Nosotros hemos establecido el sistema de cinco partidos», dijo el apodado Napoleón del Sarre, aludiendo a que con Die Linke hay una quinta fuerza en todos los niveles políticos de Alemania. Lafontaine aprovechó la ocasión para trazar los puntos clave del futuro programa de partido, que será tratado en una convención en noviembre.
Respecto a la política económica dijo que Die Linke se caracteriza por el keynesianismo, la regulación de los mercados financieros y un Gobierno económico para Europa. A nivel nacional su partido debe impulsar una ley que derogue todas las libertades concedidas al mercado financiero en Alemania. Según el veterano político, la Ley Fundamental (la Constitución provisional) no define lo que es el patrimonio privado. Lafontaine opta por la resocialización de los bancos y de las cuatro empresas energéticas. Las funciones de estas últimas deben recaer de nuevo en manos de los municipios y de las comarcas. «La participación de los trabajadores es la utopía de un partido de izquierdas», exclamó. Las empresas pequeñas y medianas «que no acumulan poder» deben ser apoyadas.
Sobre la democracia interna explicó que «la consulta de la base ha de ser la última instancia de decisión y no el congreso». Abogó también por la democracia participativa mediante referendos populares y por la huelga general como instrumento de lucha para corregir aquellas decisiones que van en contra de la mayoría social. La legislación alemana prohíbe la huelga general por motivos políticos.
«Somos el único partido antiguerra de Alemania», recordó Lafontaine aludiendo al no de Die Linke a las intervenciones militares de Berlín en Yugoslavia y Afganistán. «Somos el partido para la paz, democracia y la justicia social», sentenció el político antes de abandonar el podio.
Lafontaine ha marcado las posiciones más radicales (en el sentido positivo de la palabra) dentro de Die Linke. Sirven para situar al partido como alternativa al SPD y a Los Verdes en el Oeste alemán. Sin embargo, son poco compatibles si Die Linke quiere ser socio minoritario en un Gobierno nacional con el SPD. He aquí el punto potencialmente más conflictivo entre los comités regionales occidentales y los orientales. Estos últimos gobiernan con el SPD en dos estados federales, Berlín y Brandemburgo. Ahora se le presenta por primera vez a Die Linke en el Oeste la oportunidad de formar gobierno con el SPD y Los Verdes. El jueves los tres partidos se reunirán el jueves para sondear el terreno en Renania del Norte-Westfalia.
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